30.11.11

UNA MIRADA EDUCATIVA A NUESTRO MUNDO




LA FORMACIÓN DE LOS EDUCADORES,
RELIGIOSOS Y LAICOS,
AL SERVICIO DE LA EDUCACIÓN
EN UN MUNDO EN CAMBIO
Comisión de Educación de la USG-UISG
vidimusdominum


"...si queremos hablar de “educación” y “educadores” en general, tenemos que tratar de descubrir algunas claves comunes, que influyen de una u otra manera en todas las culturas y que definen nuestro mundo, un mundo en permanente evolución."


UNA MIRADA EDUCATIVA
A NUESTRO MUNDO 

Hay muchos puntos de vista para acercarnos a nuestro mundo.

Nosotros queremos acercarnos a él desde la perspectiva del educador cristiano. Nuestro modo de amar la realidad es contribuir a transformarla según el Evangelio. Pero para ello hemos de conocerla. Educamos en un mundo complejo, cambiante y rico en desafíos, oportunidades y dificultades. Al contemplarlo, percibimos en él diversas tendencias y procesos a los que vamos a tratar de acercarnos desde nuestra vocación educadora, sobre todo porque deseamos definir bien desde qué perspectiva nos situamos y cómo podemos y debemos tratar de responder. 

Estas tendencias y procesos provocan, sin duda, oportunidades y desafíos. Debemos atrevernos a entrar en ellos, aunque no sea el objetivo de este documento realizar un exhaustivo análisis de lo que ocurre en nuestras sociedades.  Pero sin una lectura básica de lo que sucede, sin un mapa o una brújula, no es posible que nos situemos bien. Vivimos tiempos “líquidos” en los que podemos movernos con confusión si carecemos de un análisis sereno de nuestra realidad. Saber “qué pasa” y “dónde estamos” nos aporta la “tabla de surf” con la cual podremos movernos con más claridad en el mundo que nos ha tocado vivir.

Tenemos que reconocer que hablar de la “cultura mundial de hoy” resulta muy pretencioso, pues hay muchas culturas particulares. Las hay, incluso, que se resisten al cambio o a la influencia externa, por lo que tratan de conservar fielmente todos sus contenidos, sin alterar. Sin embargo, si queremos hablar de “educación” y “educadores” en general, tenemos que tratar de descubrir algunas claves comunes, que influyen de una u otra manera en todas las culturas y que definen nuestro mundo, un mundo en permanente evolución. Esta sería la categoría central: el suelo se mueve, y se mueve mucho y en diversas direcciones. Citemos algunas –seis- de las tendencias que percibimos y que contribuyen a configurar este nuestro mundo plural y diverso.

Cambiante. El cambio es la realidad más permanente de nuestro mundo, como ya advertía hace casi 50 años el Concilio Vaticano II. Incluso lugares remotos de nuestro mundo se ven afectados por los cambios tecnológicos, a los que siguen después los cambios sociológicos, económicos e incluso políticos. Además hoy día no podemos prever cómo será el mundo dentro de 20 o 10 años. Lo único de lo que podemos estar ciertos es que será diferente del de hoy, tal y como ha puesto de manifiesto, por ejemplo, la sorpresa general con la que se ha recibido el profundo proceso de cambio que ha irrumpido en algunos países del mundo árabe. 

Global. Los medios de comunicación permiten la información instantánea sobre cualquier acontecimiento que esté ocurriendo en cada lugar del mundo. Además las personas viajan mucho más que en cualquier otra época de la historia, movidas a veces precisamente por esa información global que reciben, y a veces forzada por las circunstancias. En algunas partes del mundo (Europa, Norteamérica, Australia) existe una mezcla de etnias y culturas que está transformando rápidamente el perfil de la sociedad.

La importancia de la persona. La aspiración a una realización personal plena está profundamente enraizada en nuestra sociedad. Este es un gran valor desde el que podemos y debemos trabajar. Como todos los valores, también tiene su riesgo, la tendencia al individualismo que hace que la persona se mueva, ante todo, por sus propios intereses. Esto puede ocurrir en lo que llamamos el mundo occidental y también en lo que solemos conocer como “el sur”, normalmente contemplado como “más comunitario”. Este individualismo puede existir a nivel personal y también a nivel colectivo: los individuos se organizan para defender los intereses de su grupo frente a los demás grupos en la misma sociedad, o los de su país frente a los demás países.

La comunicación. No hay duda de que la comunicación es una de las claves de nuestro mundo. Podríamos decir que “Me comunico, luego existo”.  Sin embargo, quizá también sea cierto que nuestro mundo provoca una cierta “identidad impersonal”. La imagen del supermercado puede representar bien nuestra realidad: uno puede entrar libremente en él, obtener todo lo que quiera (si tiene una tarjeta de crédito bien provista o dinero en especie), y salir sin haber hablado una simple palabra con nadie. Otro ejemplo de esta realidad es el Internet: uno puede acceder a todo tipo de información, realizar gran cantidad de gestiones comerciales, etc. sin necesidad de tratar con nadie: basta con pulsar el “ratón”. Uno consigue información sin apenas esfuerzo por encontrarla. Esto va en contra de todas las culturas anteriores, en las que el contacto con personas era esencial y enriquecedor. Incluso cuando la tecnología facilita encuentros en “redes sociales” donde uno puede tener cientos de “amigos”, estas relaciones en general son muy superficiales. Uno se relaciona con “iconos”, más que con personas; e incluso los personajes pueden ser totalmente ficticios, imaginados. 

El riesgo de la agresividad. La consecuencia del individualismo es la agresión, para apoderarse de los que tienen los demás. Esa agresión se ha manifestado de muchos modos a lo largo de la historia: guerras de conquista, esclavitud, colonialismo… Hoy se manifiesta de modos más sutiles, pero no menos insidiosos. Hoy somos conscientes, además, del carácter agresivo de nuestro progreso frente a la naturaleza, y empezamos a darnos cuenta de que este tipo de relación con los demás y con el medio ambiente no puede mantenerse indefinidamente: si no lo modificamos, podemos pagar las consecuencias (o quizás la factura sea tan alta que no podamos) en un futuro más o menos cercano. 

Ser y tener. El hombre se diferenció de los animales en el momento en que comenzó a actuar movido por la razón y no por los instintos. Poco a poco empezó a descubrir el mundo de los valores, de la estética, del espíritu, de las relaciones que lo hacen mejor, más humano. Sin embargo el hombre se encuentra hoy día ante un mundo en el que el consumismo se abre camino como un último objetivo: hay que poseer muchas cosas para ser feliz. Los medios para conseguir la felicidad importan más que una seria reflexión sobre la felicidad misma. Rodeado de tantos prodigios técnicos, la persona puede olvidarse de que hay algo más que lo que se puede comprar por dinero, y que, en definitiva, nuestro ser humano consiste en desarrollar cada vez más nuestra dimensión espiritual, con los valores que le son anejos, en lugar de quedarnos en lo simplemente material. Pero el corazón del hombre, dotado del don de la fraternidad, provoca también dinámicas de solidaridad, de conciencia de humanidad, de voluntariado, que son los mejor de nuestra sociedad. 

Nuestras Instituciones y todas las personas que trabajamos en ellas para llevar adelante una educación capaz de ofrecer horizontes a nuestros jóvenes y esperanza a nuestras sociedades, todos, debemos ser capaces de entender cómo es el mundo en el que vivimos, trabajar para discernir sus procesos y priorizar una dinámica que nos haga capaces de dos fortalezas decisivas: 

a) comprender lo que ocurre y lo que vendrá, en actitud de permanente formación y crecimiento.
b) impulsar nuestra labor educativa al servicio de esta realidad, como es, para dotarla de instrumentos de cambio y evolución hacia los valores en los que creemos y que dan sentido a nuestra existencia y a nuestro trabajo.

Para la reflexión 

1. ¿Qué otras tendencias sociales destacarías en nuestro mundo, teniendo en cuenta la perspectiva del educador? Tratemos de “completar el cuadro”. 

2. ¿Qué necesitan nuestras Instituciones para crecer en capacidad de comprensión de nuestro mundo y para que la educación que ofrezcamos sea realmente influyente en las personas a las que nos dedicamos? 

3. ¿Cuáles son las principales fortalezas y debilidades que tenemos y que debemos cuidar para crecer en nuestra capacidad de servicio educativo? 

4. ¿En qué aspectos debemos insistir más en relación con la formación de los educadores para responder a este mundo tan cambiante, tan plural y tan complejo?
 
Instrumentum Laboris (IL)         
 



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