LA
FORMACIÓN DE LOS EDUCADORES,
RELIGIOSOS Y LAICOS,
AL SERVICIO DE LA EDUCACIÓN
EN UN MUNDO EN CAMBIO
Comisión
de Educación de la USG-UISG
vidimusdominum
"...si queremos hablar de
“educación” y “educadores” en general, tenemos que tratar de descubrir algunas
claves comunes, que influyen de una u otra manera en todas las culturas y que
definen nuestro mundo, un mundo en permanente evolución."
UNA
MIRADA EDUCATIVA
A NUESTRO MUNDO
Hay
muchos puntos de vista para acercarnos a nuestro mundo.
Nosotros queremos
acercarnos a él desde la perspectiva del educador cristiano. Nuestro modo de
amar la realidad es contribuir a transformarla según el Evangelio. Pero para
ello hemos de conocerla. Educamos en un mundo complejo, cambiante y rico en
desafíos, oportunidades y dificultades. Al contemplarlo, percibimos en él
diversas tendencias y procesos a los que vamos a tratar de acercarnos desde
nuestra vocación educadora, sobre todo porque deseamos definir bien desde qué
perspectiva nos situamos y cómo podemos y debemos tratar de responder.
Estas
tendencias y procesos provocan, sin duda, oportunidades y desafíos. Debemos
atrevernos a entrar en ellos, aunque no sea el objetivo de este documento
realizar un exhaustivo análisis de lo que ocurre en nuestras sociedades. Pero sin una lectura básica de lo que sucede,
sin un mapa o una brújula, no es posible que nos situemos bien. Vivimos tiempos
“líquidos” en los que podemos movernos con confusión si carecemos de un análisis
sereno de nuestra realidad. Saber “qué pasa” y “dónde estamos” nos aporta la
“tabla de surf” con la cual podremos movernos con más claridad en el mundo que
nos ha tocado vivir.
Tenemos
que reconocer que hablar de la “cultura mundial de hoy” resulta muy
pretencioso, pues hay muchas culturas particulares. Las hay, incluso, que se
resisten al cambio o a la influencia externa, por lo que tratan de conservar
fielmente todos sus contenidos, sin alterar. Sin embargo, si queremos hablar de
“educación” y “educadores” en general, tenemos que tratar de descubrir algunas
claves comunes, que influyen de una u otra manera en todas las culturas y que
definen nuestro mundo, un mundo en permanente evolución. Esta sería la
categoría central: el suelo se mueve, y se mueve mucho y en diversas
direcciones. Citemos algunas –seis- de las tendencias que percibimos y que
contribuyen a configurar este nuestro mundo plural y diverso.
Cambiante.
El cambio es la realidad más permanente de nuestro mundo, como ya advertía hace
casi 50 años el Concilio Vaticano II. Incluso lugares remotos de nuestro mundo
se ven afectados por los cambios tecnológicos, a los que siguen después los
cambios sociológicos, económicos e incluso políticos. Además hoy día no podemos
prever cómo será el mundo dentro de 20 o 10 años. Lo único de lo que podemos
estar ciertos es que será diferente del de hoy, tal y como ha puesto de
manifiesto, por ejemplo, la sorpresa general con la que se ha recibido el
profundo proceso de cambio que ha irrumpido en algunos países del mundo árabe.
Global.
Los medios de comunicación permiten la información instantánea sobre cualquier
acontecimiento que esté ocurriendo en cada lugar del mundo. Además las personas
viajan mucho más que en cualquier otra época de la historia, movidas a veces
precisamente por esa información global que reciben, y a veces forzada por las
circunstancias. En algunas partes del mundo (Europa, Norteamérica, Australia)
existe una mezcla de etnias y culturas que está transformando rápidamente el
perfil de la sociedad.
La
importancia de la persona. La aspiración a una realización personal plena está
profundamente enraizada en nuestra sociedad. Este es un gran valor desde el que
podemos y debemos trabajar. Como todos los valores, también tiene su riesgo, la
tendencia al individualismo que hace que la persona se mueva, ante todo, por
sus propios intereses. Esto puede ocurrir en lo que llamamos el mundo
occidental y también en lo que solemos conocer como “el sur”, normalmente
contemplado como “más comunitario”. Este individualismo puede existir a nivel
personal y también a nivel colectivo: los individuos se organizan para defender
los intereses de su grupo frente a los demás grupos en la misma sociedad, o los
de su país frente a los demás países.
La
comunicación. No hay duda de que la comunicación es una de las claves de
nuestro mundo. Podríamos decir que “Me comunico, luego existo”. Sin embargo, quizá también sea cierto que
nuestro mundo provoca una cierta “identidad impersonal”. La imagen del
supermercado puede representar bien nuestra realidad: uno puede entrar
libremente en él, obtener todo lo que quiera (si tiene una tarjeta de crédito
bien provista o dinero en especie), y salir sin haber hablado una simple
palabra con nadie. Otro ejemplo de esta realidad es el Internet: uno puede
acceder a todo tipo de información, realizar gran cantidad de gestiones
comerciales, etc. sin necesidad de tratar con nadie: basta con pulsar el
“ratón”. Uno consigue información sin apenas esfuerzo por encontrarla. Esto va
en contra de todas las culturas anteriores, en las que el contacto con personas
era esencial y enriquecedor. Incluso cuando la tecnología facilita encuentros
en “redes sociales” donde uno puede tener cientos de “amigos”, estas relaciones
en general son muy superficiales. Uno se relaciona con “iconos”, más que con
personas; e incluso los personajes pueden ser totalmente ficticios, imaginados.
El
riesgo de la agresividad. La consecuencia del individualismo es la agresión,
para apoderarse de los que tienen los demás. Esa agresión se ha manifestado de
muchos modos a lo largo de la historia: guerras de conquista, esclavitud,
colonialismo… Hoy se manifiesta de modos más sutiles, pero no menos insidiosos.
Hoy somos conscientes, además, del carácter agresivo de nuestro progreso frente
a la naturaleza, y empezamos a darnos cuenta de que este tipo de relación con
los demás y con el medio ambiente no puede mantenerse indefinidamente: si no lo
modificamos, podemos pagar las consecuencias (o quizás la factura sea tan alta
que no podamos) en un futuro más o menos cercano.
Ser
y tener. El hombre se diferenció de los animales en el momento en que comenzó a
actuar movido por la razón y no por los instintos. Poco a poco empezó a
descubrir el mundo de los valores, de la estética, del espíritu, de las
relaciones que lo hacen mejor, más humano. Sin embargo el hombre se encuentra
hoy día ante un mundo en el que el consumismo se abre camino como un último
objetivo: hay que poseer muchas cosas para ser feliz. Los medios para conseguir
la felicidad importan más que una seria reflexión sobre la felicidad misma.
Rodeado de tantos prodigios técnicos, la persona puede olvidarse de que hay
algo más que lo que se puede comprar por dinero, y que, en definitiva, nuestro
ser humano consiste en desarrollar cada vez más nuestra dimensión espiritual,
con los valores que le son anejos, en lugar de quedarnos en lo simplemente
material. Pero el corazón del hombre, dotado del don de la fraternidad, provoca
también dinámicas de solidaridad, de conciencia de humanidad, de voluntariado,
que son los mejor de nuestra sociedad.
Nuestras
Instituciones y todas las personas que trabajamos en ellas para llevar adelante
una educación capaz de ofrecer horizontes a nuestros jóvenes y esperanza a
nuestras sociedades, todos, debemos ser capaces de entender cómo es el mundo en
el que vivimos, trabajar para discernir sus procesos y priorizar una dinámica
que nos haga capaces de dos fortalezas decisivas:
a) comprender lo que ocurre y lo que
vendrá, en actitud de permanente formación y crecimiento.
b) impulsar nuestra labor educativa al
servicio de esta realidad, como es, para dotarla de instrumentos de cambio y
evolución hacia los valores en los que creemos y que dan sentido a nuestra
existencia y a nuestro trabajo.
Para
la reflexión
1. ¿Qué otras tendencias sociales
destacarías en nuestro mundo, teniendo en cuenta la perspectiva del educador?
Tratemos de “completar el cuadro”.
2. ¿Qué necesitan nuestras Instituciones
para crecer en capacidad de comprensión de nuestro mundo y para que la
educación que ofrezcamos sea realmente influyente en las personas a las que nos
dedicamos?
3. ¿Cuáles son las principales fortalezas y debilidades que tenemos y que debemos
cuidar para crecer en nuestra capacidad de servicio educativo?
4.
¿En qué aspectos debemos insistir más en relación con la formación de los
educadores para responder a este mundo tan cambiante, tan plural y tan
complejo?