Carlos Sánchez de la Cruz, redentorista
"Dar testimonio de nuestra fe no es hablar de teorías, sino de vidas"
"Quizá si los jóvenes descubren la grandeza de las misiones experimentándola juntos, se atrevan a dar el paso decisivo"
Jesús Bastante
periodistadigital
(Jesús Bastante).- "Espero mantenerme en esto toda la vida, que no sea sólo el optimismo del comienzo". Carlos Sánchez de la Cruz tiene 26 años y es redentorista. Ya es diácono, y está a punto de convertirse en sacerdote, algo que chocó, y que ahora enorgullece, a sus amigos y familia. "Solamente un signo del shock que les produjo a mis amigos que me fuera a estudiar para ser sacerdote, fue que me despidieron creyendo que volvería arrepentido". No ha sido así, pues "ser redentorista es una forma de estar en la vida". La alegría se le nota en la cara, y el entusiasmo, en la voz. Le entrevistamos.
P- Buenos días y bienvenidos a las entrevistas en Religión Digital. Hoy verán que la media de edad de esta mesa se ha rebajado bastante (gracias a Dios en la Iglesia todavía tenemos hueco los jóvenes): entrevisto por primera vez en mucho tiempo a alguien más joven que yo, Carlos Sánchez de la Cruz, redentorista. Muy buenos días.
R- Buenos días, Jesús, y, lo primero de todo, muchas gracias por el detalle que habéis tenido de invitarme a la redacción de Religión Digital.
P- Aquí sabes que cabemos todos, siempre que tengamos algo que decir y lo podamos decir en libertad.
Veintiséis años y ya redentorista. Me comentabas antes que eres diácono y estás a punto de terminar el proceso que te convierta en sacerdote. ¿De dónde viene tu vocación y por qué ser redentorista?
R- Mi caso es un poquito singular, porque yo estudié diez años con los salesianos (recibí una educación preciosa y les estoy profundamente agradecido) y además, por parte de mi padre y de mi madre, tengo mucha familia dentro de los jesuitas. Pero de una manera que sólo Dios sabe, que no podemos explicar por nosotros mismos, conocí a los redentoristas porque llevaban la parroquia que estaba al lado de la casa de mis padres. Y cuando yo tuve un encuentro fuerte, una experiencia de Dios, allá por el año 2002, empecé a hablar con un misionero redentorista y claramente vi que el Señor lo que quería es que yo fuera misionero en esta congregación del Santísimo Redentor. Fue una sorpresa para mí y ahora, tiempo después, es cuando veo que Dios realmente sabe lo que hace, porque si fuera por lógica, habría sido salesiano o jesuita, y sin embargo ahora no entiendo que pudiera ser otra cosa. Parece que estoy en mi lugar. Y tengo que decir, Jesús, que me considero de corazón el hombre más afortunado del mundo.
P- Se te nota en la forma de decirlo. En un momento en el que estamos viviendo una crisis vocacional especialmente en la vida religiosa, casos como el tuyo parecen paradigmáticos. Y supongo que tus padres, al estar metidos en el ajo, lo vieron de una forma más o menos natural. Pero la gente de tu instituto, tus amigos... (porque la decisión la tomaste justo antes de entrar en la Universidad), ¿cómo se lo toman y cuál es tu relación de ahora con ese entorno?
R- Mi familia es profundamente religiosa pero para ellos también fue algo muy inesperado. Yo estaba haciendo el Bachillerato de ciencias, el tecnológico, para hacer una ingeniería, y cuando les dije a mis padres que no iba a ser ingeniero pensaron que había pasado algo grave. Lo de ser sacerdote podía haber formado parte de los idealismos de Carlos..., pero sin embargo recibí un apoyo total y un respaldo absoluto de mis hermanos y mis padres.
Por parte de los amigos fue distinto. Algunos de ellos eran creyentes en absoluto practicantes y otros no creyentes. Solamente un signo del shock que les produjo fue que ellos esperaron que, igual que iba a ir a Granada a empezar el postulantado, iba a volver; me despidieron, de hecho, no deseándome que me fuera bien, sino diciéndome que cuando regresara arrepentido, ellos seguirían aceptándome en el grupo de amigos. Ahora continuamos una bonita amistad, y ellos entienden que si estoy feliz y lo vivo así, es porque algo grande hay detrás.
P- ¿Qué significa para ti ser redentorista?
R- En primer lugar, es el camino que Dios ha elegido para que yo siga a Cristo. Y eso es algo que es grande.
P- Sólo encontrar cuál es el camino que Dios ha escogido para tu vida es importante.
R- Claro, es algo que marca. Ser redentorista es algo muy especial para mí, porque además de eso es una forma de estar en la vida. Una forma de presencia ante los otros. Somos gente cercana, sencilla, de un estilo muy popular, que dentro de la Iglesia seguimos la tradición de nuestro fundador, San Alfonso María, y de su moral católica. El Evangelio que anunciamos es el de Jesucristo: la Buena Noticia y la Redención en Él es sobreabundante. Y eso es una gran noticia de liberación para la gente.
P- ¿Tienes algún dato de cuántos sois en el mundo y en España?
R- En todo el mundo, somos una congregación de unos 5.500 miembros. Una de las congregaciones masculinas más numerosas, si bien nuestra presencia en España (unos 150 redentoristas) no es tan significativa como en otros países. Sin embargo sí hemos sido conocidos, y tenemos aún presencia, en el ámbito de las misiones populares, la moral, y en santuarios relacionados con la Virgen del Perpetuo Socorro.
P- La pastoral con las familias sé que es un tema que lleváis haciendo desde hace tiempo, que os mueve. Háblame un poco de ello.
R- Uno de los objetivos que se han marcado para este anterior trienio y también de ahora en adelante es potenciar el tema familiar en las pastorales de nuestras parroquias y santuarios, porque sabemos que también nosotros, desde nuestro carisma, podemos aportar una visión de la vida cristiana, que es muy rica. ¿Cómo lo hacemos? Acompañamos a grupos de matrimonios jóvenes y mayores, y también ofrecemos grupos de separados y divorciados, que es una realidad compleja de hoy en la Iglesia, pero que parece tener una buena aceptación. Nosotros queremos llevar a cabo, con gente que ha tenido que pasar por estos trances, la acogida de Cristo.
P- ¿Cómo se trabaja con separados y divorciados? En el caso de los primeros, no están -perdón por la forma de decirlo- del todo fuera de la Iglesia, y los divorciados, en principio, sí. ¿Encontráis temores, miedos, sensación de culpabilidad, de no reconocimiento, de sentirse incomprendidos?
R- En mi pastoral concreta, yo estoy más comprometido con la vida de los jóvenes. No he tenido un acompañamiento cercano a los separados y divorciados, pero sí conozco al grupo de la parroquia y no es en absoluto conflictivo. Es un grupo bonito que gracias al espacio que les damos vuelve a sentir que la Iglesia le acepta y está cerca de ellos, y que el amor siempre es posible, aunque hayan tenido una experiencia de desengaño.
P- Muy interesante. Y otra de las patas del banco que comentabas antes es la moral, el acompañamiento familiar. Sé que tenéis un Instituto Superior de Ciencias Morales que trabaja, en algunos aspectos, incluso con la UNED.
Ahora estamos viendo cómo la Teología o los estudios eclesiásticos pertenecientes a órdenes religiosas están entrando cada vez más en la Universidad pública. Esa lucha por no encerrarse en uno mismo, sino salir a los patios y comprometerse con el mundo, lo que decís que es el carisma de los redentoristas...
Cuéntame qué hacéis en el Instituto, cómo lo organizáis...
R- Tiene su sede aquí en Madrid, en la Calle Félix Boix, donde está nuestra parroquia del Santísimo Redentor. Ahora no expende títulos de licenciatura, pero sigue ofreciendo jornadas de reflexión, ponencias y un curso de "experto en moral" a través de la UNED, para facilitar a la gente el estudio de la moral. Especialmente a los laicos, que de otra manera no podrían hacerlo. Es una manera de hacer llegar la moral a toda la gente que esté interesada en ella.
P- ¿De qué moral hablamos en una sociedad en que los límites son cada vez más difusos?
R- Hablamos de una moral católica inserta en la doctrina de San Alfonso y los redentoristas, que bien entendida y bien vivida, con autenticidad en el Evangelio, es sin lugar a dudas una Buena Noticia y una liberación.
P- Que no significa apartarse del mundo. Porque muchas veces asistimos a la dicotomía de que muchas voces de la Iglesia adoptan una posición más del no que de la propuesta, cuando lo que es el Evangelio es un ofrecimiento de valores y de una forma de vivir. Entiendo que los redentoristas estáis en esta segunda onda, la "más evangélica".
R- A mi parecer, el anuncio del Evangelio es siempre un sí. Podría predicarse que la salvación es para unos pocos, limitada. Pero nosotros, conscientes de que estamos en el núcleo del Evangelio, decimos que la Redención es abundante, y la moral la respuesta a un encuentro con Cristo. Pero hace falta ese encuentro, haber experimentado lo fascinante que es este gran amor de Dios. Entonces uno sólo puede responder con creces. Jesús mismo lo dice: "Si vuestra justicia no es más abundante que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de Dios". Se trata no de cumplir leyes, sino de ir más allá aún de ellas, para responder en un amor más exigente que la ley. Esa es la tradición alfonsiana. Gente sencilla, de una moral liberadora y una conciencia formada que puede responder a la situación cotidiana y concreta de la gente.
P- Te pasa lo que a mí, que cuando hablas de estos temas intentas tocar la trascendencia, aludir a la relación íntima con Dios en tu entorno amistoso, o en una situación de trabajo X... ¿Cómo se encuentran las claves para explicar eso a un mundo que cada vez cree menos y está más apartado de la imagen que podemos dar los católicos como institución?
R- Una de las grandes ofertas que le dan al mundo nuestros santuarios y parroquias es formar, aunque parezca algo muy clásico, grupos de oración. Todos los miércoles nuestros jóvenes se encuentran con Cristo, y es ahí donde surge todo lo demás. Y aquellos que están reticentes porque no es su momento, están invitados a descubrir la fe en esos encuentros. Nos preguntamos por qué unos sí y otros no...Yo creo que la fe es un don, un regalo, y que Dios sale a nuestro encuentro. Pero es que sale, lo descubrimos cara a cara, nos cambia la vida. Y entonces es inevitable responder desde el corazón.
Tenemos que estar cerca de los que aún no lo han descubierto para dar testimonio de lo que hemos visto y oído. No es hablar de teorías, de idealismo...sino de lo concreto: "me he encontrado con Cristo. Algunos piensan que estoy loco, pero merece la pena". Esto es lo que queremos testimoniar como misioneros. No es nada abstracto, y lo vivimos siempre en comunidad y lo abrimos, para que lo viva todo el mundo.
P- Además de las actividades con familias, con grupos de parroquia y del Instituto de Ciencias Morales, los redentoristas también tenéis una pequeña editorial, la Ed. Perpetuo Socorro, en la que también tratáis estos temas e intentáis darles cauce a través de la escritura. ¿Cuáles son los títulos de vuestra editorial y cómo es ella?
R- Es una editorial que tiene ya más de cien años de antigüedad, que surgió como un medio para la evangelización. Por eso suelen ser títulos de Teología pastoral, catequesis, materiales para la misión y la espiritualidad...La editorial de los redentoristas ha difundido la obra de San Alfonso, sus escritos de moral. Además, tiene una publicación con varios miles de subscriptores que se llama Icono y que llega a muchos hogares españoles. Es mensual y tiene ese carácter popular que hace que la gente mayor pueda recibirla en sus casas.
P- Esa sensación de recibir la palabra, no sólo ir al encuentro de ella.
Como joven, supongo que algún cometido de juventud llevarás. Y tenemos un evento grandioso dentro de siete meses (la Jornada Mundial de la Juventud, Benedicto XVI y los dos millones de jóvenes que se espera que vengan). ¿Cómo estáis preparando desde la congregación este evento, y cómo os estáis conectando con las demás realidades eclesiales?
R- Los redentoristas somos conscientes de que es un acontecimiento único: un millón y medio de jóvenes van a venir a Madrid y, como no podría ser de otra manera, tenemos que estar presentes. Estamos organizando actividades como el encuentro de arte-liturgia, para que los jóvenes, redentoristas o no, compartan sus dones musicales y artísticos, porque sabemos que en la JMJ va a ser importante el tema de la música, tan atrayente para la gente joven. Además, en otra jornada nos reuniremos con los jóvenes redentoristas venidos de todo el mundo, en colaboración con el arciprestazgo y la vicaría. Va a ser un gran impacto tener la bonita oportunidad de no avergonzarse de ser cristiano (entre los jóvenes, no es fácil) y, además, poder celebrarlo como una fiesta.
P- ¿Corremos el riesgo de que se quede sólo en los días de espectáculo con el papa, las semanas de los preparativos...? ¿Hay algo más que se deba hacer como lanzadera hacia el futuro, que impulse de algún modo la pastoral juvenil, que haga que los jóvenes cristianos pierdan el miedo en esta sociedad?
R- También podría decirse lo mismo de nuestra misión popular: que la estamos haciendo en un tiempo extraordinario. Pero lo nuestro es lo extraordinario y sabemos que teniendo una experiencia fuerte en un tiempo concreto, uno puede alimentarse en lo sucesivo con esta experiencia previa que ha tenido. Y confiamos en que si hay una experiencia de comunión con los jóvenes de otras parroquias, una experiencia de que hay algo más de lo que vemos, de que Cristo realmente está vivo, los jóvenes que ahora están dubitativos podrían integrarse en una pastoral ordinaria. Por eso queremos hacer participar a más gente de la que normalmente participa en nuestras parroquias. Tiene un factor vocacional importante. Yo a veces me lo digo: ¿qué es lo que ve la gente en nosotros que hace que no seamos capaces de hacernos ver como personas a imitar? Si ser misionero y seguir a Cristo de cerca es algo increíble, maravilloso...
A veces, en la misa, de broma, les digo que no me explico cómo, habiendo tantos jóvenes, ninguno de ellos se ha animado todavía a ser misionero. Quizás si descubren esta grandeza experimentándola junto con los demás jóvenes, sí se atrevan a dar el paso decisivo.
P- ¿Tienes intención de marchar a misiones o la tuya es estar aquí?
R- Yo siempre he dicho que quiero estar disponible para lo que la Provincia quiera de mí. Espero mantenerme en esto toda la vida, que no sea sólo el optimismo del comienzo. En el aspecto que sea: el equipo de misiones populares, en la pastoral juvenil de una parroquia, en un santuario, o en países de misiones, más allá de España... En nuestra disponibilidad es donde se manifiesta la voluntad de Dios. Y yo quiero seguirle de cerca.
P- Se nos acaba el tiempo por hoy. Pero muchísimas gracias por tus palabras y tu presencia, Carlos. Sobre todo por tu entusiasmo, tan necesario.
R- Gracias a vosotros por este servicio que prestáis, que es maravilloso, ¡y que sigáis adelante!
P- Ahí estamos, muchas gracias a ti.
Y a ustedes les esperamos en próximas entrevistas en Religión Digital. Muy buenos días.
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